Review: Kung Fu Panda

Usualmente, a menos que sea un producto que lleve la marca Pixar, el campo de las películas animadas queda subordinada a la visión que todo tiene que tener risotadas al por mayor. Aunque quizás esto tiene algo de sustento facilista y económico, lo cierto es que personalmente estoy aburrido de las pelis que se centran solo en ello. Precisamente, esperaba que Kung Fu Panda siguiera la senda de absolutas plastas insípidas como Shrek III, menos mal que me encontré con una película muy entretenida que no abusa meter chistecitos sin gracia cada tres segundos.

La fluida animación es el primer punto a destacar. Los créditos iniciales (y los finales) son de lujo, haciendo uso de las técnicas tradicionales en desdén de la animación 3D que domina el resto de la película. Aunque la intención de los detalles se va por el lado más caricaturizado, igualmente aquí se logra que cada personaje transmita su personalidad con su estampa y, especialmente, con los gestos que realizan. Situación esencial cuando tienen que reflejar el pulentoso arte de repartir patadas al por mayor.

A menos que uno encuentre todo malo, enganchará con las desventuras de un mofletudo Panda llamado Po que, sin tener una gota de agilidad en su afelpado ser, es elegido por el arte del azar en la importante ceremonia de elección del Guerrero Dragón. De cara a la amenaza latente representada por el peligroso y vengativo Tai Lung, la elección de Po es sinónimo de catástrofe, aprieten cachete y arranquen de la aldea. Mala onda con una especie en peligro de extinción.

Su torpeza y exceso de peso merman las posibilidades del Panda de cara a las enseñanzas del maestro Shifu, un macaco enano que de malas ganas debe acatar la decisión de su sensei Oogway, una tortuga que se las sabe por libro y que intuye que algo especial existe en el pandita. Obviamente, durante toda la película se siente ese aire aleccionador de que «todos pueden hacer lo que sea, mientras se lo propongan«. Aún así, no se siente que la historia busque las enseñanzas típicas de Disney. Aquí la fluidez de la trama es la madre del cordero.

Además, existen un par de guiños interesantes. Los míticos cinco furiosos guerreros (Tigresa, Garza, Mantis, Mono y Serpiente) se lucen cuando deben demostrar cada uno de sus cinco estilos. Eso si, lo único que eché de menos fue su técnica de boxeo borracho, pero quizás no hubiese pegado en una película familiar. Ahora, las situaciones chistosillas se generan porque el maestro Shifu no quiere entrenar a su rechoncho, flojonazo e inepto nuevo alumno. Cada entrenamiento sale mal y el Panda queda como membrillo colegial, mientras la gran batalla se aproxima.

King-Fu Panda utiliza todo este escenario para hacer uso de iconos orientales, al tiempo que se presentan secuencias mucho mejor elaboradas (en el conjunto) que las que estaban haciendo en Dreamworks Animation en el último tiempo (Es más, con Shrek III bastaba ver los trailers para «haber visto lo mejor»).

El único pero es que se supone que la película se disfruta mucho más con las voces originales de gente como Jack Black, Dustin Hoffman y compañía. Aunque el doblaje mexicano es muy bueno, como siempre, quizás podría existir la posibilidad de verla en algunas salas en idioma original (Creo que en esta ocasión, solo se puede ver doblada).

En resumen, la película es muy entretenida. La animación tiene una gracia especial que calza perfectamente con la historia. Aunque no logra los alcances maestros de Wall-E, la jugada de Kung Fu Panda es posicionarse como una de las mejores películas non-Pixar del último tiempo. Como se las arregla para entretener bastante, no existe mucho que criticarle. A fin de cuentas, eso lo mínimo que uno puede esperar de una película de animación 3D. Si no lo hicieran así, serían merecedores de la siempre eficaz técnica de la patada en el hocico rumbo al basurero.